Los genios nunca mueren

Lunes, 8 de abril de 2013

Aquellos artistas que son diferentes al resto alcanzan la inmortalidad. Queda su trabajo, su obra, su manera de ver y de crear y eso es para siempre. Eso no quita que estos días, los que conocíamos a Bigas, nos encontremos tristes y cabreados con el maldito destino y esos giros tremendos, como curvas peligrosas que de repente toma la vida… hasta que se acaba. Era demasiado joven. No era el momento, aunque nunca es el momento de irse.

A los cinco minutos de hablar con Bigas, sabías que era diferente, irrepetible, especial… La manera en que te miraba, te preguntaba, te sonreía… Su descaro, su ironía, esa sensibilidad que no trataba de ocultar. Al contrario: siempre veía las cosas desde otro ángulo, con esa poética de campo, atávica, ancestral y lúdica con la que siempre regaba su obra.

Por suerte quedan las películas y su obra pictórica y muchas, muchas cosas que habrá que organizar y estudiar a fondo. Bigas era una suma de facetas, un hombre al que le gustaba vivir y hacer soñar. Le echaremos mucho de menos. Más de lo que creemos.

Bigas Luna