Lapsus

Domingo, 19 de mayo de 2013

8 de Mayo de 2013. El presidente del Gobierno sube al estrado en el Congreso de los Diputados. Coloca sus papeles, retoca los micrófonos (en realidad los vuelve a dejar como estaban), se mira la hora (ignoro si la ve, a tenor de la mirada) y empieza su intervención: «Señor presidente del Gobierno, señoras y señores diputados…». Risas en el hemiciclo y esa mirada de Mariano. La Mirada. La cara de «ha pasado algo y no me he enterado, ¿qué será?». Son dos o tres segundos de inopia que bien podrían definir el estilo de gestión del Gobierno. Luego brotan las risas, alguna voz destacada que le hace saber el error y, finalmente, la famosa retranca de Rajoy: «No me he referido a ninguno de ustedes, no sé por qué aplauden». Los de su partido ovacionan la ocurrencia; en los socialistas, silencio.

Todo queda como un chascarrillo, pero hay más, mucho más. Me tiene fascinado la anécdota. Estamos ante un lapsus en toda regla. Si hacemos caso a los psicoanalistas (ahí, cada uno que haga lo que vea), el lapsus es la manifestación del inconsciente y tiene mucho más significado del que creemos. El lapsus es un atajo, una erupción incontrolable del inconsciente. Si así fuera, Mariano Rajoy viviría (y gobernaría) convencido de que otro toma las decisiones en su cabeza. Quizás un pariente de la famosa niña, vete tú a saber cuánta gente imaginaria vive en su cabeza. Según el lapsus y su significado, no podemos reprocharle nada de su gestión, ya que cuando habla de brotes verdes o se escaquea de los periodistas o no escucha los clamores sociales, en realidad no es él, es el otro presidente, al que, por cierto, no hemos votado. Así las cosas, Mariano habría vuelto a la casilla de salida de su biografía y volvería a ser un funcionario, un registrador de la propiedad, un escribiente, un pasante de los designios de esa inteligencia superior que está por encima de él y de todos nosotros. ¿A que se quedan mucho más tranquilos?

«El Berenjenal» en Interviú.