Pérdidas

Miércoles, 1 de octubre de 2003

Se me ha perdido el perro y después me he perdido yo. Como ya me lo conozco, Big lleva mi teléfono escrito en el collar.
Hacia las doce y media, me llama un hombre muy amable y me dice que lo tiene en el Pryca de Badalona. Me pensaba que lo había secuestrado.

Dice «no, es que se me estaba haciendo tarde y como tenía que ir a buscar a la niña al cole, he cargado el perro a la furgoneta. ¿Vienes?». Por supuesto, ¡hombre! Voy hacia el Maresme y me dirijo al Carrefour de Montigalà. Una hora después, el benefactor canino me llama otra vez: «no, no. A Badalona. Bueno. Ya vengo yo». Me lo trae. Se lo agradezco. «¡Coño, Buenafuenteee!». Sí, sí. Me voy y cuando estaba en la ronda cojo dirección Girona. Acabo en Caldes de Montbuí en un polígono industrial. Doy media vuelta. Llego a casa a les cuatro. Y lo más fuere es que Big está aquí, a mi lado, mirándome como diciendo: «¿me sacas a pasear?».