Sudor y exilio

Viernes, 10 de octubre de 2003

Me he equivocado de ropa. He salido por la mañana de casa con una americana de pana y, como era de prever, era la única persona de Barcelona vestida erróneamente. Yo no he visto a ninguna otra. El problema de comer fuera es que tienes que acarrear con tu error todo el día. Y así ha sido. Sudado, pero orgulloso. Como si estuviésemos en pleno invierno.

Entro a comprar pintura en una tienda de la calle Aribau. La propietaria me explica que no se pierde ningún programa de televisión. Eso siempre me hace feliz. Ver las caras de los espectadores es una sensación que no deja de sorprenderte. La mujer me dice que le gustaría hablar catalán, pero que su vida no se lo ha permitido. Su padre tuvo que exiliarse después de la guerra civil, después salieron por patas del Chile de Pinochet. Se fueron a Estados Unidos y, finalmente, han vuelto a «casa». Le digo que no se preocupe por la lengua, que cuando ríes, no se nota el acento. Pruébenlo.