Rollo político

Miércoles, 12 de noviembre de 2003

Las elecciones se acercan y cada vez estamos más confundidos (las campañas pretenden el contrario, ¿no?). Escucho a Josep Martí Gómez en la radio que propone un cambio radical: «La campaña debería durar un día y la reflexión dos semanas. Al revés». No está mal pensado. Evitaríamos la reiteración de los discursos, la proliferación de las dudas y el descubrimiento de las cartas escondidas que, con tantos días, se ven por debajo de la manga de algún candidato. Si lo piensas bien, no hay ninguno que te guste. A lo mejor somos demasiado exigentes.

Javi Clemente me dijo ayer que yo era un conservador porqué no me mojaba políticamente. Le doy vueltas al tema. Repito que yo no digo a quien voto porqué no soy nadie, únicamente un humorista. La popularidad y repercusión que me ha venido dada me la da la tele. ¿Debo usar la misma tele para lanzar un mensaje político? Creo que no, pero no descarto que sea un planteamiento antiguo. Deberíamos poder hablar de la política sin miedos. Los que sean. Los políticos son nuestras «herramientas» de gestión. Y ya está. Cualquier otra visión redentora, paternalista y sobrenatural de estos señores y señoras es equivocada. Lo que tienen que hacer es olvidarse de los fundamentalistas del partido (que no se los creen ni ellos) y plantear una buena hipótesis de pactos. Porqué mucha más gente se sintiera representada. Las encuestas ya apuntan todo eso. Empates, alianzas necesarias y el juego mucho más abierto y dialogante. Después del Pujolismo monolítico, es necesaria una apertura.

Siguen marchándose los buenos. Ahora Martí i Pol. La muerte siempre es triste, pero la de un poeta parece más dolorosa. Una vez me comentó Pep Poblet que Martí i Pol veía el programa y le hacía gracia. Me hizo ilusión. El nivel de satisfacción de nuestro trabajo público, también se mide por la calidad de sus espectadores. Y los nuestros son/eran/serán los mejores.