Calores y colores

Lunes, 9 de julio de 2007

Suena «My sharona» en mi Ipod. (Gracias Ramon por los Bilboard. Va a ser la música de mi verano). Éxitos de los setenta y ochenta. Cuando las canciones parecían de verdad. Unos niños pesadísimos, que hablaban gritando, me han dado el viaje en avión. Lo más seguro es que vivan en una casa grande y por eso gritan. Los primeros mosquitos de la temporada, ya están esperándome. Los echaba de menos. He comido en una taberna vasca y me han invitado por la cara. Por mi cara, claro. El bar estaba invadido por la promoción del día: especial San Fermín. La cadena Cuatro hace un despliegue por todo lo alto. He visto el encierro en diferido. ¿Dónde andarán Mikel Urmeneta y los suyos? Por mucho que imagine, no podré igualar la realidad. Mikel siempre desborda la realidad. Todavía me acuerdo de su paso por el programa. El comentarista de La Vanguardia, Víctor Amela, destacó el ambiente de amigos y siempre sorprendente de aquella visita. Así fue y así lo recuerdo. Por cierto, que dice Amela que nos vio desde México. Nos consta que nos siguen desde allá. Un abrazo enorme y transoceánico.
Feliz verano
Sube un viento caliente de África. Será lo único que viene de África y no se encuentra con la puerta de occidente en las narices. Ya estoy de vacaciones. Antes de irme, me di un capricho: grabé una conversación de casi dos horas con Pepe Rubianes. ¿Por qué? Por placer y por necesidad. Quería hacerlo, podía hacerlo y lo hice. Con la ayuda de mi excelente equipo, por supuesto. La charla queda en la nevera. Ya veremos… (Mira, ahora suena «Do you think I’m sexy» de Rod Stewart).

Zapatero da la campanada y renueva cuatro ministerios, mientras el PP sigue sin salirse de su guión apocalíptico. Carme Chacón, Bernat Soria… Suenan bien. El investigador valenciano es un crack. Lo conocí hace años en la entrega de unos premios Turia. Veía el programa y le gustaba. Me pareció agradable y cercano. Un ministro que ríe, que nunca creyó entrar en política pero que arrima el hombro para hacer en lugar de lamentar. Eso es lo que pedimos exactamente a un gobierno: que haga cosas. A la oposición ya no le pedimos nada.