Entrevistar

Martes, 10 de julio de 2007

Dice Juan Cruz en su web: «En las entrevistas uno ha de ser humilde y receptivo, y no ha de traslucir ante el lector las impresiones fugaces que se haga de las personas. Una entrevista nace de una relación de lealtad. La deslealtad se paga con el olvido». Totalmente de acuerdo contigo, AMIGO. ¡Qué sabio, Juan Cruz! Y como disfruté en la presentación de su «Ojalá Octubre», en Barcelona.

Juan es uno de los mejores entrevistadores que he conocido jamás. Por su curiosidad respetuosa, por su capacidad de saber escuchar lo justo, preguntar lo preciso y radiografiar hasta la médula a sus interpelados. Es generoso, detallista, un eterno buscador de felicidad y emociones. Todo eso se transmite en sus textos para EL PAIS que son puro amor al periodismo.

Lo de entrevistar es una de las cosas más difíciles con las que me he encontrado en la vida. Yo no soy un periodista, así que tengo algo parecido a una excusa en mi programa. Yo soy un anfitrión. Soy un «climatizador» (debo crear un clima confortable y transmitirlo). Puedo decir, orgulloso, que guardo una excelente relación con todos los personajes que han pasado por mi mesa. En algún caso, se han convertido en amigos. Es uno de los patrimonios que me quedarán el día que me retire.

Un entrevistador, nunca debe creerse más importante y listo que el entrevistado. Jamás. Todo el mundo tiene algo que aportar al espectáculo. Todos somos complementarios y nos necesitamos. Un entrevistador debe mirar a los ojos de su acompañante. Debe escucharle y olvidar los papeles. Y el entrevistado, el visitante, debe entender que no es de recibo mostrarse cerrado y desconfiado. Para eso quédate en casa. Una entrevista televisiva es un espectáculo de la palabra, servido por dos personas. Repito: dos personas. Lamentablemente no siempre se cumple, pero resulta apasionante intentarlo cada noche y persistiré en el intento. Siempre buscando la gran entrevista, como los surferos esperan la gran ola.