Me encanta cuando el programa entra en la vida de la gente. Entra en la vida con su permiso y su colaboración. Sin morbos, ni pornografía sentimental. Ahora lo llaman teleralidad, pero tengo la impresión que los de El Terrat venimos haciéndolo hace mucho tiempo, quizás sin saberlo, en su vertiente más divertida y agradable. La gente tiene una verdad que engancha.
Este sería el último ejemplo: contactamos con Silvia a través de la sección «Le puedo ayudar en algo», con la ayuda de las nuevas tecnologías. Así es como Silvia apareció en pantalla por la webcam, desde su casa en Connecticut. «Me haría ilusión comer jamón». Dicho y hecho. Le mandamos un jamón a su casa. Y pan de pagès y tomates, para que recordara su añorada Catalunya. Estos son unos momentos televisivos que me encantan.
De repente, la tele puede cambiar las cosas e incluso mejorarlas. Como lo de ayer, cuando mandamos a un espectador a Los Angeles para ver el retorno de Eagles. Se lleva a un amigo «el desviado» y una cámara. Cuando vuelva, lo veremos. Si es que vuelve. «Igual me quedo, ¡eh!», me dijo el Tete.
Enviar un jamón
Miércoles, 24 de octubre de 2007