Cuando las cosas salen bien

Jueves, 30 de julio de 2015

A veces, las cosas que piensas salen bien. Los planes se hacen realidad y salen bien, muy bien. A veces, todo encaja, todo crece, todo luce… Entonces te entra un cierto escalofrío de placer. Es algo agradable. Soy de los que cree que eso hay que celebrarlo porque la vida está llena de zonas grises, de pruebas fallidas, de expectativas no cumplidas o sencillamente de normalidad. Hoy quiero escribir sobre el «escalofrío de placer». Eso es lo que sentimos los de El Terrat tras la primera edición de SINGLOT, nuestro festival de comedia que acaba de nacer.

Cuando propuse la idea a nuestros compañeros de TheProject que gestionan el festival de Porta Ferrada en Sant Feliu de Guíxols, solo tenía una intuición, muchas ganas y un equipo brillante a mi lado (sin mi equipo, todas mis intuiciones no pasarían de ocurrencias). Tras los cuatro días de festival, lo que tenemos es una fantástica realidad. Y eso lo ha hecho posible todo el mundo implicado. Todos han puesto de su parte para que se cuadraran los astros locos de la comedia, consiguiendo que SINGLOT tenga alma y futuro. Desde el diseño de un cartel iconográfico de Javier Jaén presentado hace meses, hasta el espectador que compraba las entradas para los espectáculos, hay un montón de personas que «explican» un éxito. Las productoras, los de comunicación, los técnicos, la organización de Porta Ferrada, los de Mongolia (Edu y Darío), Leo Bassi, Berto, Joglars, Faemino y Cansado, Manu Górriz, Toni Albà, Antonio Rico… Un verdadero circo, una especie de familia bien avenida con ganas de estar juntos, de sumar, de compartir todo lo que estaba pasando. Hemos reído, nos hemos reunido los compañeros, hemos intercambiado ideas, planes y complicidades. Todo con buen humor, sin quejas, con risas como no podía ser de otra manera. ¡Era un festival de comedia!

Nos hemos querido un poco que también hace falta. Menos competir y más celebrar nuestro bendito oficio de la risa. Yo creo que SINGLOT ha llegado para quedarse porque estas cosas se notan. Vamos a trabajar muy duro (como siempre), para estar a la altura de todas las expectativas. Vamos a esforzarnos para cuidarlo, y potenciarlo. No dejará de ser algo un poco egoísta, porque queremos que vuelva a repetirse el «milagro», el escalofrío. Queremos volver a encontrarnos delante del mar, con nuestras tonterías y volver a comprobar que el humor puede con todo.

Leo Bassi en el SINGLOT

La família irreal

Sábado, 18 de enero de 2014

Estos días ha bajado el telón en Barcelona uno de los acontecimientos teatrales más espectaculares de los últimos años. Algunos lo llaman «teatro comercial». Vale. Yo creo que no está el teatro como para ser segmentado o etiquetado. Con lo del 21 por ciento de IVA, el sector está bastante canino y cuesta horrores (comprensibles) llenar las salas. Así que todo éxito en este sector merece ser subrayado, y en este caso, si me lo permiten, brevemente analizado.

Les hablo de «La familia irreal», una gran sátira sobre la monarquía española que han puesto en pie durante dos años (sí, sí, dos años) unos magníficos cómicos catalanes. Se trata de la gente de «Polònia», el mítico programa de TV3, y la compañía Dagoll Dagom, unos históricos de la escena. El escenario del gran aquelarre ha sido el Teatre Victòria, en el corazón del Paralelo de Barcelona. O sea, que la cosa se ha vivido a lo grande. No estamos hablando de una sala pequeña, ni de teatro alternativo o minoritario con poca repercusión. No, no. A lo grande, para todos los públicos, con luz, taquígrafos y risas. Muchas risas. La función ha batido todos los récords de asistencia, y si lo dejan es por una mera cuestión de compromisos pendientes. Así que podrían estar todo el tiempo que quisieran sin un final claro. Como la misma monarquía, vamos. A lo mejor ustedes no han leído nada en los grandes medios españoles. Puede ser. Pero que no lo hayan tratado no significa que no haya sucedido. Allá ellos con su conciencia editorial.

Tuve la suerte de poder verlos en directo y reafirmar lo que ya sabía: la sátira, la gran bufonada, es necesaria e higiénica. Leo Bassi me dijo una vez que el humor es el gran antídoto contra el miedo. Un país sin sátira está incompleto, receloso y amordazado. Es una disfunción. En otros países lo saben y nos llevan mucha ventaja. Los que se ponen al frente de esa labor merecen todos mis respetos. El Rey de los escenarios se llama Toni Albà, un bicharraco inclasificable. Una bestia genial de teatro que cayó de pequeño en la marmita de la comedia. Brutal. Le rodea una compañía excelente. No me saco el sombrero porque no llevo. «La familia irreal» no dejaba títere con cabeza y sacaba casi todos los trapos sucios de Palacio. Así es como debe ser, ¿no? Si vas a hacer una sátira tibia o condescendiente, no la hagas. El público (sabio, cachondo y de uñas afiladas) lo va a notar y no va a venir.

Pero es que, además, quizá coincidan conmigo en que la actualidad real (y sus alrededores) está suministrando últimamente más material, más guion, del que los propios cómicos pueden absorber e integrar. Es una locura, una catarata constante. El paraíso de los republicanos y la pesadilla de los monárquicos. Los juancarlistas guardan silencio. Algo de eso me comentaron cuando los visité: «No damos abasto, Andreu. Safaris, Corinas, Urdangarines, imputaciones… Van por delante. No descartamos —sostenían— que la Casa Real disponga de guionistas propios que van tramando la historia con grandes golpes de efectos y giros inesperados». No lo creo, pero es una buena visión de cómico. La historia se está precipitando, eso sí, y una cosa lleva a la otra. Le pese a quien le pese. Lo último: la imputación de la Infanta y ese juez Castro, perseverante e implacable, que no ha cejado en su intento de pedir explicaciones, de equiparar a la Infanta con cualquier ciudadano ante la ley. Veremos si lo consigue. Como decíamos el otro día en el programa: «Ya queda menos para el indulto».

«El Berenjenal» en Interviú.