Un buen consejo

Viernes, 28 de abril de 2017

Visto en Gracia, Barcelona. Una invitación a desconectar (ni que sea por unas horas) para volver a sentir de verdad. Quizás lo que se sienta sea aburrimiento y no tiene por que ser malo. Aburrirse es el cerebro en pausa. Permite parar el bombardeo de impulsos y vaciar nuestras cabezas rebosantes de datos, opiniones, vidas ajenas, información (por llamarla de alguna manera) un poquito de odio ambiental y todo el ruido que nos rodea que no es poco.

El teléfono suele ser la puerta de entrada de todo eso, por lo que purgar solo puede ser bueno. Desconectar para vivir por nosotros mismos, a ver qué pasa. Sal de la maquina.

Sal de la máquina

Bob ha vuelto (sin irse)

Miércoles, 21 de septiembre de 2016

Parece un truco y algo de eso hay: volver sin irse. Bob Pop, ha vuelto a la pantalla después de nuestra etapa de «En el aire». Pero él ya estaba «aquí». A mi lado.

Bob coordina todos los invitados y la documentación sobre ellos. Es una pieza clave en este renacimiento del late que tanto cuidamos y queremos. Bob me ayuda a parecer más listo (ardua tarea). La cosa es que su vuelta catódica nos permite confirmar que sigue en forma, que su cabeza está tan afilada como su lengua. Se ha fijado en la llamada prensa del corazón pero desde otra óptica. «Explicar España desde su prensa rosa». Algo así, solo podía hacerlo Bob. Y también llevar esos trajes. Solo él.

Bob Pop

El día empieza bien

Jueves, 8 de mayo de 2014

Por muy mala que haya sido la noche anterior, el día siempre empieza bien. El amanecer es un espectáculo purificador y cargado de esperanza. Así ha sido desde el origen de los tiempos. Deberíamos celebrarlo, sentirnos orgullosos de poder vivirlo. Se recomienda no escuchar las noticias, ni conectar nuestro teléfono, ni pensar demasiado. Solo nosotros y el sol. Se trataría de aprovechar toda esa energía gigantesca (y gratuita) para seguir adelante y disfrutar de la vida. Parece fácil, ¿no?

«Fotodiario» en El Periódico

El día empieza bien

Hombre de negro

Sábado, 3 de mayo de 2014

A veces te conviertes en un cotilla aunque no quieras. En mi caso (casa), se trata tan solo de abrir una ventana y… ahí está la ropa tendida del vecino. Reparé en que únicamente lavó calcetines negros. Y en que no se acordó porque pasaron semanas a la intemperie. ¿Acaso vivo al lado de un hombre de negro y no me he enterado? Seguiré espiando aunque no quiera.

«Fotodiario» en El Periódico

Hombre de negro

Cabreados

Viernes, 18 de enero de 2013

Entro en un bar a las ocho de la mañana para beberme cuatro cafés. Lo que sea para despertar. Me recibe una acalorada discusión entre clientes. Todos a grito pelado. Bueno, en realidad no es ninguna discusión porque están todos de acuerdo. Se trata de una, digamos, exposición airada de argumentos. Una rajada matinal, vamos. «Decían que iban a arreglarlo todo y ¿qué han hecho, eh? ¡Decidme qué han hecho!», pregunta retóricamente un señor mayor, blandiendo su muleta. «Se han arreglado ellos. Para nosotros, nada de nada», remata un agricultor, bocata en mano. «Como siempre», remacha otro. Sube el tono: «¡¡¡Ladrones!!!». «Eso, eso, ¡¡¡ladrones!!!». Recuerdo que son las ocho de la mañana y el propietario del bar me mira como diciendo: «Pues así todo el día y esto solo acaba de empezar».

Salgo del hemiciclo e intento encarar el día. Hace mucho tiempo se definía al español medio como un hombre bajito, moreno y cabreado. Yo diría que hemos vuelto a la antigua definición y por la puerta grande. Lo de bajitos es el peso de la paciencia que cargamos y morenos… bueno, estamos negros con la situación. Resumiendo: todos cabreados y todo el rato. A la que nos pinchan un poco.
P.D.: el tema de conversación era «el Gobierno actual», pero tiene múltiples aplicaciones. Prueben y verán.

«El Berenjenal» en Interviú.

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